Las famosos caras de Bélmez que atrajeron a miles de peregrinos en los años 70, están a punto de desaparecer definitivamente. Después de 40 años de investigaciones, discusiones y controversia sobre la veracidad de las apariciones, va a ser la lluvia la que ponga fin a un misterio convertido en un negocio esplendoroso.

 

El misterio salió de una casa situada en el pueblo de Bélmez en agosto de 1971. Una mancha de grasa fue el origen de todo. Apareció en el suelo de la cocina y esta mujer, María Gómez Cámara, vio en ella un rostro.

Desde entonces el rosario de Caras no dejó de aumentar. Medio año después, convertido el pueblo en el gran misterio de la parapsicología española la prensa dictaminó que aquello era un fraude. Algunas caras presentaban nitrato y cloruro de plata, el truco decían consistiría en que esas sustancias reaccionan a la luz y no son visibles hasta algún tiempo después de haber sido pintadas.

Otros han asegurado siempre que son verdaderas asegurando incluso que en la casa se escuchaban psicofonías. Los creyentes de entonces no estaban dispuestos a dejar morir lo que había dado vida al pueblo y, sobre todo, dinero. La afluencia turística se disparó y la propietaria de los fantasmas cobraba una tarifa por observar la escalofriante imagen.

El fenómeno traspasó las fronteras del mundo entero y duro 30 años. Tras la muerte de María. Ya en el olvido uno de sus hijos intentó reabrir el misterio creando una mancha de aceite y vinagre pero el engaño fue descubierto y con él el fenómeno cayó aún más en el olvido. Ahora ya en ruinas si nadie lo remedia la casa de las caras de Bélmez desaparecerá del pueblo. Aunque no el misterio. El suceso paranormal más importante de la historia o el mayor fraude, según se mire.